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Una de las razones principales por las que muchos profesionales universitarios odian a los life coachs es porque muchos de ellos ni siquiera fueron a la universidad.

Algunos de los mejores coachs… ni siquiera tienen una certificación oficial como tal. O al menos no comenzaron su carrera de speakers y conferencistas con un título bajo el brazo. ¿Cómo es eso posible?

Antes de que la indignación te asalte hay que entender algo importante.

Hace un tiempo el mercado y nosotros, las personas que tenemos determinados problemas y las empresas que tienen determinados objetivos por cumplir, empezamos a demandar algo que los profesionales y académicos egresados con doctorados no dan tan fácilmente.

¿Sabes qué es lo que las personas y las empresas queremos?

Una palabra: Resultados.

Los coachs de vida y los coachs de empresa surgieron porque ni los psicólogos, ni los administradores de empresas podían resolver problemas en corto plazo y trabajando por medio de objetivos muy específicos.

Los resultados en corto plazo son cada vez más demandados y por eso surge la profesión que conocemos como “coaching”.

Hoy hay coaching de todo. Coaching financieros, coaching de vida, de pareja, de alimentación, de tecnología y educación.

No porque no existan profesionales universitarios en esos campos, sino porque algunos de los mejores coachs de cada uno de esos segmentos usa su experiencia personal, su experiencia de vida y sus conocimientos técnicos para resolver y guiar rápidamente al que están coacheando.

Entonces, es acá donde surge una pregunta inquietante para los profesionales:

¿Cualquiera puede ser coach?

La respuesta corta es Si.

¿Porqué?

Porque si tienes veinte años de experiencia reparando autos, pero nunca fuiste a la universidad ni obtuviste un título en mecánica automotriz, aún así, sabes reparar un auto en quince minutos.

Ese es el valor de los coachs en el mundo de hoy.

Aquellos que tienen la experiencia, la capacidad de identificar, resolver y atender a cada uno de los elementos implicados en un proceso, aunque no tengan “la teoría”, tienen demanda. Y muy alta demanda.

Personalmente creo que no hace falta tener certificaciones cuando se sabe como resolver un problema. Obviamente que eso ayuda, pero no determinada nada.

Si estás en el ámbito del coaching y quieres ser el mejor coach de tu rubro durante este año mi consejo es simple:

[ctt template=»1″ link=»2DNYg» via=»no» ]Capacítate siempre y ayuda a tantas personas como te sea posible para que ellos te ayuden a construir la reputación que necesitas crear para demostrar que eres un creador de resultados.[/ctt]

Esa es la diferencia entre los buenos y los malos coachs.

Eso los separa incluso de aquellos que tienen académicos de alto nivel pero que no pueden dar soluciones concretas a temas como la procrastinación, la ansiedad social, la capacidad oratoria o la comunicación dentro de la pareja.

(La misma lógica se aplica por ejemplo para entender el auge creciente de los videotutoriales en Youtube. Básicamente, las mismas causas.)

Es más, muchos de los coachs que pre-existen desde hace años, antes del boom del coaching, eran personas con severos problemas en cada uno de los ámbitos que hoy dominan.

Un ejemplo de esto es Tony Robbins.

Tony Robbins tuvo severos problemas de autoestima y de vínculos con su madre.

La mayoría de sus biografías citan el momento en que tuvo que irse de su casa, cuchillo en mano, luego de amenazar a su madre.

Es decir, Tony tuvo graves problemas personales antes de ser Tony Robbins, el grandulón motivador por excelencia, millonario y experto en crecimiento personal.

Él es un claro ejemplo de que no se necesita el título de “coach certificado por…” para ser lo que uno quiere ser y, además, para ser el mejor habiendo tenido severos traumas infantiles y problemas vinculares con su madre.

La capacidad de resurgir de las cenizas es lo que genera que alguien se convierta en un coach de vida experto.

Tony pudo hacerlo luego cuando se encontró con un mentor y pudo resignificar todo ese pasado y finalmente convertirse en una persona de valor que ayuda a cientos de otras en todo el mundo.

Por eso es que creo que cualquiera puede ser el mejor coach. Cualquiera que haya sanado su propio pasado, que haya aprendido de él, que siga curioso por cada aspecto de los destellos que tienen el amor y la vida cuando pasan a su lado. A pesar de no tener un título universitario o a pesar de haber tenido severos problemas personales.

En términos de Swedish House Mafia -esa banda que amé toda mi vida- los coachs son personas que han elegido vivir un estilo de vida de servicio pero que, al mismo tiempo, se adaptan a la realidad.

Nunca olvidando que “el cielo tenía un plan para ellos”.

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